Enrique Garabetyan
17 de março de 2016
Clases. Roberto Yasielski realiza una demostración a alumnos. | Foto: Marcelo Aballay |
Con más de 220 alumnos ingresantes de todo el país, un plantel de treinta profesores y flamantes laboratorios, esta semana comenzaron las clases del primer año de la carrera de Ingeniería Espacial que dicta la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).
En 2021, cuando los estudiantes egresen, formarán la primera camada de ingenieros espaciales recibidos en una universidad de América Latina.
“Se trata de una carrera totalmente innovadora: en EE.UU. hay sólo tres instituciones que la dictan y otro tanto en Europa”, aseguró –con orgullo– el ingeniero Roberto Yasielski, flamante decano. Egresado de la UBA y con un posgrado en Ingeniería Aeroespacial. Yasielski se entrenó en la NASA y hace dos décadas trabaja en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), donde es parte de los equipos encargados del desarrollo del Tronador II.
Aunque el foco de la carrera es preparar expertos en temas espaciales, Yasielski detalló que sus egresados estarán entrenados en una rama nueva de la ingeniería: la dirección de proyectos complejos. “Sabrán trabajar en el desarrollo de un satélite o de un cohete; pero también estarán calificados para llevar adelante otras tareas muy demandadas, como el diseño de una central nuclear o integrarse a un astillero que construya submarinos”.
Anabel Giménez, una de las alumnas ingresantes a la carrera, le contó a PERFIL que muchos estudiantes viven esta oportunidad con mucha emoción. “Yo estaba haciendo una licenciatura en la UBA y me pasé porque siempre quise estudiar astrofísica. Me gustaría recibirme, hacer luego un doctorado y dedicarme a investigar en temas de paneles solares”.
Para darle forma a esta nueva opción, la Unsam seleccionó una treintena de profesores expertos en diversas ciencias (también habrá científicos extranjeros invitados) e hizo una apuesta por una metodología de estudios completamente nueva para las tradicionales carreras de ingeniería. “Nos inspiramos en ideas que desarrollaron en el MIT y en técnicas que aprovechan las grandes empresas innovadoras como Boeing. El concepto se basa en enseñar a los chicos en un programa integrado organizado alrededor de multidisciplinas entrelazadas resolviendo proyectos de complejidad creciente por medio del trabajo en equipo”, detalló el experto.
¿Tiene sentido en Argentina ofrecer una carrera de Ingeniería Espacial?, le preguntó PERFIL a Yasielski. “Por supuesto. Si queremos aprovechar la “sociedad del conocimiento”, esta ingeniería es un elemento básico. Basta pensar que hoy una tonelada de semillas puede costar, en promedio, hasta US$ 600, mientras que una tonelada de “fierros” espaciales, de alta tecnología, vale decenas de miles de dólares. Además, puede ser un gran incentivo para la economía argentina: en EE.UU., hay cálculos que demuestran que, por cada dólar que se invirtió en industria espacial, la economía tuvo un retorno de inversión de casi US$ 20”.
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